La cuaresma, tiempo de Esperanza

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Cristo camina con nosotros y nos renueva.

Por Juan Domingo Salinas Donoso //

jsalinas@salesianos.cl

Convertirse significa: Seguir a Jesús, acompañarle, 

caminar tras sus pasos. (…) es Dios el que nos convierte. 

La conversión no es una autorrealización del hombre”¹.

La cuaresma es un tiempo de gracia, un camino que nos conduce a la Pascua, al corazón de nuestra fe. Para muchos puede parecer una etapa del año marcada por la penitencia y el sacrificio, pero en realidad, es una invitación a redescubrir la esperanza. En este 2025, la Iglesia nos anima a ser “Peregrinos de la esperanza”; y la cuaresma es el espacio perfecto para experimentar esa certeza profunda de que Cristo camina con nosotros y nos renueva.

Una esperanza que nos transforma

Cuando pensamos en la Cuaresma, a menudo la asociamos con el ayuno, la oración y la limosna. Pero, ¿por qué hacemos esto? No es solo por obligación, sino porque queremos prepararnos para recibir a Cristo resucitado. San Pablo nos recuerda que “si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él” (Rom 6,8). Este tiempo es una oportunidad para despojarnos de todo lo que nos aleja de Dios y de los demás. No es un simple esfuerzo moral, sino una transformación interior impulsada por la gracia. La esperanza cristiana no es un optimismo vacío, sino la certeza de que Dios ya ha vencido el mal y el pecado, y nos invita a participar de su victoria.

La esperanza cristiana no es un optimismo vacío, sino la certeza de que Dios ya ha vencido el mal y el pecado, y nos invita a participar de su victoria.

El papa Francisco nos dice que los jóvenes son “profetas de la esperanza”. En un mundo donde muchas veces se respira desesperanza, incertidumbre y miedo al futuro, la cuaresma es un grito de confianza: Dios sigue actuando, sigue llamándonos, sigue creyendo en nosotros.

Jesús en el desierto (Mt 4,1-11) nos muestra que la lucha contra la tentación no se libra solos, el Espíritu Santo nos fortalece. Para los jóvenes, esta batalla se da en lo cotidiano, en las redes sociales que nos distraen de lo esencial, en la presión de un mundo que nos dice que solo valemos por lo que producimos, en el miedo a no ser suficientes. Pero la cuaresma nos recuerda que en Cristo encontramos nuestra verdadera identidad, que somos hijos amados de Dios.

Caminar con Jesús hacia la Pascua

Cada paso que damos en la cuaresma nos acerca a la Pascua, la gran fiesta de la vida. No es un camino triste, sino un recorrido lleno de esperanza. Al ayunar, aprendemos que no vivimos sólo de pan, sino de Dios. Al orar, nos sumergimos en el amor del Padre. Al compartir, nos hacemos más humanos y más cristianos.

El papa Benedicto XVI decía que “la esperanza en sentido cristiano es siempre esperanza para los demás” (Spe Salvi 34), porque el amor de Cristo no nos deja encerrados en nosotros mismos, sino que nos impulsa a salir al encuentro de los demás. Este es un tiempo para renovar nuestro compromiso con quienes sufren, con los excluidos, con aquellos que buscan sentido a sus vidas. Vivir la Cuaresma desde la esperanza significa creer que Dios puede hacer nuevas todas las cosas, incluso en medio de las dificultades. Significa confiar en que nuestro sacrificio, aunque pequeño, unido a Cristo tiene un valor inmenso. Significa levantarnos cada día con la certeza de que la luz de la Resurrección ya brilla en medio de la oscuridad.

El amor de Cristo no nos deja encerrados en nosotros mismos, sino que nos impulsa a salir al encuentro de los demás.

Queridos jóvenes, este es nuestro tiempo. Es el momento de vivir la cuaresma con alegría, como un camino de renovación, sabiendo que la cruz nunca es el final, sino la puerta hacia la vida nueva. Dejémonos transformar por Cristo, y seamos testigos de la esperanza en un mundo que tanto la necesita.

Que esta Cuaresma sea un tiempo de gracia, de conversión y, sobre todo, de esperanza firme en el Señor que nunca defrauda.


  1. Ratzinger Joseph, El camino pascual, BAC, Madrid, 2005, 25.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – ABRIL 2025

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