Jugársela por los jóvenes

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Una propuesta del ENSA para reflexionar sobre apuestas online y juego patológico.

Por Hector O. Silva*//

silva_aca10@yahoo.com.ar

Hace 150 años, Don Bosco enviaba a los primeros misioneros salesianos a Argentina con un propósito claro: acompañar a los jóvenes más vulnerables y ofrecerles un futuro con esperanza. Aquella expedición cruzó mares y enfrentó desafíos desconocidos, confiando en la Providencia. Hoy, las fronteras han cambiado. La misión ya no es solo territorial, sino también digital.

El mundo virtual se ha convertido en un territorio sin mapas, donde muchos jóvenes transitan sin guías ni brújulas. Entre los múltiples peligros de esta nueva era, el juego online y las apuestas virtuales se han instalado como un fenómeno creciente que atrapa a miles de adolescentes. ¿Cómo responder a este desafío desde nuestra identidad salesiana?

Una trampa que no se ve

El juego ha estado presente en la humanidad desde siempre. Sin embargo, lo que antes era un entretenimiento ocasional ha evolucionado en un negocio global que mueve miles de millones y que, en muchos casos, opera sin regulaciones claras.

Las plataformas de apuestas online han diseñado un sistema perfecto para atraer y retener a los jugadores, utilizando estrategias de marketing que generan la ilusión de control y recompensa inmediata. Luces, sonidos, notificaciones constantes y promesas de éxito rápido son algunos de los “ganchos” que hacen que los jóvenes caigan en esta red sin darse cuenta.

Los datos son preocupantes: hasta un 30% de los adolescentes han apostado en el último año, y entre un 5% y un 8% presentan signos de ludopatía. Muchos comienzan sin darle importancia, creyendo que se trata de un simple pasatiempo, pero pronto la necesidad de jugar se vuelve una constante que afecta su vida familiar, académica y emocional.

El psiquiatra Federico Pavlovsky lo advierte: “Estamos viendo adolescentes que pasan de los videojuegos a las apuestas online sin siquiera darse cuenta del cambio”. No se trata solo de una cuestión individual, sino de un fenómeno social que se expande silenciosamente.

Respuestas desde la esperanza

Frente a esta realidad, la misión salesiana se renueva. Ya no se trata solo de abrir escuelas o parroquias en lugares alejados, sino de estar presentes en las nuevas fronteras donde los jóvenes nos necesitan. Así como Don Bosco supo mirar más allá de su tiempo y responder a los desafíos de su época, hoy es urgente que quienes seguimos su carisma asumamos esta nueva misión con creatividad y compromiso.

No se trata de demonizar la tecnología o las plataformas digitales, sino de acompañar a los jóvenes en el uso responsable de estos espacios. Educar en la prevención, generar espacios de escucha y contención, y ofrecer alternativas de recreación saludable son acciones fundamentales para enfrentar este problema.

Hace 150 años, los salesianos cruzaron océanos para llegar a nuevas tierras. Hoy, el océano es digital, pero la misión sigue siendo la misma: llevar luz donde hay oscuridad, esperanza donde hay riesgo, y comunidad donde hay soledad.

Las nuevas fronteras misioneras nos desafían. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a cruzarlas con la misma pasión que aquellos primeros misioneros?

*El autor es integrante del Equipo Nacional Salesiano de Prevención y Consumos problemáticos.

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