Con la calidez de su gente

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Desde hace diez años Don Bosco acompaña los barrios de La Rioja.

Por Valentina Costantino
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

En el noroeste de la Argentina se encuentra una de las provincias más cálidas del país. Y no sólo por las altas temperaturas que en verano alcanzan los cincuenta grados, sino y sobre todo por su gente, una comunidad de personas que transmiten esa misma calidez en el compartir un mate, en el convidar un plato de comida y en el abrir siempre las puertas de sus hogares, con confianza y sin juzgar a nadie. Esa es la provincia de La Rioja. Y así es su gente.

Seguramente Enrique Angelelli habrá percibido una sensación similar cuando arribó a la provincia tras haber sido designado como obispo en 1968, aunque no todos los vecinos se alegraron con su llegada. Su presencia significó un despertar social y cultural en la vida de los riojanos. Y sus palabras, también expresadas en acciones, hoy se transmiten directamente desde la voz de los vecinos: “Como bien decía Angelelli, ‘Vayan, llénense los pies de tierra y que la panza les quede verde de mate, conversando con la gente y queriendo a la gente’”.

Ese es apenas uno de los motivos por el cual su figura se encuentra plasmada en diversos puntos de la ciudad capital, y por el cual, cuando los salesianos de Don Bosco llegaron en el 2017, eligieron su nombre para la nueva comunidad. Y esta comunidad mantiene su esencia en cada rincón de Casa Angelelli, desde la Sala de la Memoria –un pequeño espacio donde se conservan algunos objetos pertenecientes al obispo, y que busca propagar y hacer vida su memoria y mensaje– hasta los patios que reúnen a niños, niñas, jóvenes y adultos en un ambiente de confianza y cariño, y en un hogar de familia.

¿Quién es Don Bosco?

En la provincia donde se celebra a los mártires Enrique Angelelli, Wenceslao Pedernera, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, la llegada de los salesianos fue una sorpresa bien recibida por la comunidad. Casa Angelelli está presente en la zona norte de la ciudad, donde diez años atrás sólo unos pocos sabían quién era Don Bosco. Por eso el primer paso fue salir a conocer la realidad de los barrios vecinos. Allí los salesianos se encontraron con comunidades eclesiales de base que se reunían para celebrar la fe de manera sencilla pero profunda en alguna plaza, calle o casa.

En la Obra Salesiana de La Rioja tienen muy presente que la educación y el trabajo son fundamentales para los jóvenes y los adultos de los barrios que buscan un futuro mejor.

Hay muchas características y valores que representan el carisma salesiano, pero Don Bosco siempre tuvo un objetivo principal: la educación y el cuidado de los jóvenes. Por eso, el segundo paso de la comunidad fue salir al encuentro de chicos y chicas del barrio. Poco a poco, Casa Angelelli se volvió una referencia para ellos y ellas.

“Por como nos reciben, por las personas que nos acompañan sabemos que esta es nuestra casa. Acá nos sentimos muy queridos y parte de una familia”.

“Yo vengo a compartir la vida con otros jóvenes”, afirma Aldana, que tiene veinte años y es animadora del oratorio festivo Pancita llena. Hace cinco años, estaba yendo a comprar pan cuando se encontró a un grupo de jóvenes que jugaba y reía en el patio de una casa. Ellos la vieron y la invitaron a pasar. “Esta es nuestra Casa, y no solamente por la estructura, sino por cómo nos reciben, por las personas que nos acompañan y nos hacen sentir muy queridos y parte de una familia.

Pancita llena es una de las tantas propuestas que se han formado en este tiempo. Porque a no más de quince minutos de distancia, funcionan en otros barrios actividades como el Grupo Juvenil, el Patio de Encuentro, los oratorios Carasucias, Choco Gris y El oratorio de jóvenes; y un Grupo Misionero que recientemente ha iniciado un Oratorio ambulante en los barrios más alejados.

Estos espacios fueron clave para que los jóvenes se conocieran entre ellos, porque aunque la distancia era corta, existía cierta rivalidad entre los barrios, e incluso, entre los mismos vecinos. “Pibes que tenían mucha ‘riña’ ahora los ves compartiendo en el Oratorio. Y eso es un signo de esperanza y de que el carisma salesiano ha influenciado de forma positiva a La Rioja”, comparte Belén, animadora del Choco Gris.

Y si hablamos de signos de esperanza, Isaías es un claro ejemplo de cómo un hogar puede cambiarte la vida. Tres años atrás llegó al Oratorio de jóvenes con problemas de consumo y conflictos con la justicia: “Yo siempre pensé que para la sociedad era invisible, porque por consumir y por portación de rostro, no tenés esperanzas ni ganas de reinsertarte”.

En el Oratorio no sólo lo recibieron con los brazos abiertos, sino también lo incentivaron a alejarse del consumo, a hacer un curso de panificación y a recuperar la confianza de su familia. “Me dieron la esperanza de que sí se puede. Nadie me había dicho que yo podía cambiar, que no nací chorro”.

“En el Oratorio me dieron la esperanza de que sí se puede. Nadie me había dicho que yo podía cambiar, que no nací chorro”.

Hoy, con treinta y dos años, Isaías quiere demostrarles a su mamá y a su hijo adolescente que busca algo mejor para su vida.Me gustaría seguir acá para ayudar a gente que vive una situación similar a la mía, que han atravesado una infancia difícil y una vida complicada”.

Los oratorios y espacios juveniles ayudaron a que los chicos se conozcan entre sí y superen antiguas rivalidades.

Una vida digna y feliz

Poco tiempo después de llegar a La Rioja, Angelelli se dedicó a promover la formación de cooperativas de trabajo y la creación de sindicatos. Y si esto suena familiar, es porque el mismo Don Bosco observó la importancia de que sus muchachos aprendan un oficio para conseguir un trabajo digno y ganarse la vida. Así fue como creó talleres de carpintería, herrería, sastrería y encuadernación.

Hoy, la obra salesiana de La Rioja tiene muy presente que la educación y el trabajo son fundamentales para los jóvenes y adultos de los barrios que buscan un futuro mejor. Por eso, en el barrio Tambor de Tacuarí se encuentra la comunidad Niño Alcalde donde funciona el programa Cuidadores de Esperanza.

Este espacio brinda capacitación laboral a través de talleres socioeducativos como Carpintería, Electricidad, Panificación, Alfabetización, Soldadura, Ajedrez, Circo, Teatro, Apoyo escolar y muchos más. “En estos tiempos es importante enseñar un oficio que pueda ser autogestionado como trabajo. En La Rioja los empleos públicos están saturados y en el sector privado hay poco lugar”, explica Raúl, profesor del taller de Carpintería, y destaca el ambiente de solidaridad y contención que se vive cada día en la comunidad. “Tenemos hasta tres generaciones de la misma familia: hijo, madre y abuela. Es emocionante presenciar la familiaridad y la unión que provienen de algo tan sencillo como crear un cajón para un mueble de la casa”.

Mientras recorremos la zona de la presencia salesiana, un vecino se acerca. Se presenta como Fabio, “amigo” de la casa y “parte de la familia”. Llegó a La Rioja por vacaciones en 1994, y veintitrés años después presenció la llegada de los salesianos al barrio. Un día, ofreció su ayuda para pintar un mural de Angelelli frente a su casa. Luego, lo invitaron a hacer algunos talleres. Empecé como vecino, seguí como colaborador y hoy, sigo como familia”, expresa Fabio y comparte que esa familia fue la que lo acompañó mientras atravesaba problemas personales y un periodo de depresión. “No sé qué habría pasado si no los hubiese conocido. Solo sé que acá encontré paz y aceptación”.

Ante nuestros ojos

Para formar una comunidad tan grande, sólida y cercana se necesita de personas que dediquen su tiempo, compartan sus espacios y transmitan su fe a toda la comunidad. Y por eso, el trabajo que realizan los catequistas es un regalo para tantos jóvenes, varones y mujeres que encuentran en Dios a un amigo, un hermano y un padre.

”Acá estamos muy a gusto los salesianos, compartimos con esperanza y gozo la vida cotidiana con la gente. Nos sentimos parte de una Iglesia viva, Iglesia de los mártires”, comparte Federico.

Una propuesta de catequesis consiste en conocerse a sí mismo, en encontrar a Dios y en compartir lo que aprendemos de Él con los demás”, aclara Evangelina, catequista de la comunidad Virgen de Guadalupe. Si bien cada comunidad –Angelelli, Wences, San Roque, Santa Rosa, Virgen de Guadalupe, Niño Alcalde y Virgen del Valle– tiene sus características, todas se encuentran atravesadas y unidas por el gozo de compartir la presencia de Dios en cada momento de la vida, porque “no hay nada más lindo que el enriquecimiento mutuo y que brindar un servicio. En mi corazón, eso es invaluable”.

Es inevitable caminar por las calles y no encontrarse con vecinos que mencionen la alegría de contar con la presencia salesiana en La Rioja y el cariño que, desde su lugar, le aportan los hermanos Pablo Carrizo y Gabriel Osorio, y el padre Federico Salmerón.

“Siento que acá aprendí a ser salesiano. Fue un gran desafío encontrar lo esencial del carisma para poder transmitirlo y vivirlo”, recuerda Gabriel, quien junto a otros salesianos, fueron los primeros en traer a Don Bosco a la provincia. “Buscamos que todos puedan sentir estos espacios como propios, que sean protagonistas y que esta red crezca cada día más”.

Pablo agrega que uno de sus sueños es que Don Bosco sea conocido en La Rioja, y no por su nombre, sino que su presencia pueda encontrarse en los gestos, la cercanía y en los valores de las personas: “Esta Obra me está enseñando muchísimo del trabajo comunitario. Es asombroso ser parte y testigo de tantas vidas y procesos, me transmiten mucho amor”.

“Siento que acá aprendí a ser salesiano. Fue un gran desafío encontrar lo esencial del carisma para poder transmitirlo y vivirlo”, recuerda Gabriel.

Por su parte Federico expresa la gratitud que tanto él, como sus hermanos de comunidad sienten para con la gente de La Rioja: “acá estamos muy a gusto los salesianos, compartimos con mucha esperanza y gozo la vida cotidiana con la gente. Nos sentimos parte de una Iglesia viva, Iglesia de los mártires. Nos sentimos muy valorados y acompañados. Como decía Don Bosco: ‘rostro alegre y el corazón en la mano’. Eso creo que lo vivimos y lo compartimos todos acá en La Rioja”.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – NOVIEMBRE 2024

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